En el principio de la evolución humana,
los conocimientos estuvieron basados en experiencias personales, trasmitidos de
una generación a otra, cuyo objetivo era resolver problemas
cotidianos.
A los conocimientos, basados en la
experiencia, se les llama empíricos y ayudaron al hombre, por ejemplo, a
utilizar el fuego, a identificar vegetales comestibles e, inclusive, a cruzar y
mejorar algunas especies vegetales.
Las manifestaciones de la naturaleza –como trueno, relámpago y terremotos–,
causaron miedo e inquietudes en el hombre quien, para explicarlos, ideó seres
sobrenaturales a los que rendía culto. Así, mediante la magia y la religión,
supuso controlar los fenómenos naturales.
Actualmente, los conocimientos
empíricos han sido invalidados por la ciencia, la cual explica en forma lógica y
razonada a los fenómenos, pese a ello algunos han servido como base a
conocimientos científicos.
Cuando el hombre perfeccionó los
métodos de observación y experimentación y tuvo la información suficiente para
controlar sus experimentos, surgió el conocimiento científico y, con él,
la ciencia biológica.
La vida en el mar ha sido siempre objeto de estudio e interés a través de cientos de años y su estudio nos lleva a entender el mundo en que vivimos.
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